ENCUADRE HISTÓRICO Y BIOGRÁFICO DE SIGMUND FREUD Y DE JACQUES LACAN

INAUGURACIÓN DEL CURSO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA DE LA UNIVERSIDAD DE LEÓN «FUNDAMENTOS DEL PSICOANÁLISIS (DE FREUD A LACAN)»

SIGMUND FREUD

Nació el 6 de mayo de 1856 en el pueblo de Freiberg, Moravia (actualmente llamado Príbor, en la República Checa). A los 3 años y medio abandonó Freiberg debido a que su padre (Jacob Freud), que era comerciante de lanas y textiles se arruinó en su negocio debido, en parte, a la introducción del maquinismo y el desarrollo de la industrialización. Se instaló en Leipzig esperando encontrar en esa ciudad mejores condiciones para el comercio de textiles. Sus dos medio hermanos (habidos en un matrimonio anterior del padre) emigraron a Manchester. Un año después, sin haber podido mejorar su mala situación económica, sus padres se trasladaron a Viena.

Entre 1865 y 1873 asistió a la escuela y después al Instituto del barrio judío de la ciudad. En otoño de 1873 comenzó sus estudios de Medicina en la Facultad de Medicina de Viena. De entrada se apasionó por la ciencia positiva y, sobre todo, por la biología darwiniana, la cual le servía de modelo en todos los trabajos. Dos años después, impulsado por su profesor de zoología (Carl Claus), entre 1875 y 1876, obtuvo dos becas, por parte del Ministerio de Educación, que le permitió asistir, en dos ocasiones, a la Estación Experimental de Biología Marina situada en Trieste, que por aquel entonces pertenecía al Imperio Astro-Húngaro. Le fue encomendado el trabajo de poner a prueba una reciente afirmación de un investigador polaco (Simone de Syrski) quien decía haber observado gónadas masculinas en las anguilas de río, ya que se habían realizado innúmeros esfuerzos, hasta entonces, en hallar en ellas las susodichas gónadas masculinas y todos habían fracasado, por lo que la anguila era considerada como hermafrodita. Freud, como sujeto obsesivo que era (aunque en ciertas cartas a W. Fliess se consideró a sí mismo como un histérico), se dedicó durante todo ese tiempo a disecar y estudiar histológicamente, de modo concienzudo, a cuatrocientos de dichos especímenes.  Pasado un cierto tiempo en esa labor, Freud le escribió a un amigo  que sólo encontraba "féminas". Pero algo debió hallar, una vez terminado el estudio encomendado, ya que en el informe final de dichas investigaciones, publicado en 1887, tomó parte, aunque de un modo no concluyente, por la teoría que había expuesto Syrski.

Después de esta experiencia, pasó del Instituto de Zoología al de Fisiología, para convertirse en alumno de Ernst Wilhelm von Brücke, un eminente representante de la escuela antivitalista fundada por el psicólogo y físico Hermann von Helmholtz, que propugnaba que en el organismo sólo actúan las fuerzas físicas y químicas, con exclusión de cualesquiera otras. En este Instituto, donde permaneció 6 años, conoció a Josef Breuer un brillante y respetado médico vienés, que descubrió el papel del nervio neumogástrico en la regulación de la respiración e investigó sobre la fisiología de los canales semicirculares del oído interno. Josef Breuer desempeñaría un importante papel en su vida pues fue de alguna manera una figura paterna para el joven científico; le ayudó económicamente, creó el método catártico para el tratamiento de la histeria y redactó con él la obra inaugural de la historia del psicoanálisis: Estudios sobre la histeria. Fue el médico de Bertha Pappenheim, quien con el nombre de Anna O. habría de ser el caso princeps de los orígenes del freudismo.

Después de haberse licenciado en medicina se comprometió con Martha Bernays, quien terminaría siendo su esposa. Por razones económicas dejó el Instituto de Fisiología y se dedicó al ejercicio de la medicina. Los tres años siguientes trabajó en el Hospital General de Viena. En 1885 fue designado Privatdozent en neurología y obtuvo una beca para viajar a París y formarse con el célebre neurólogo Jean Martin Charcot en el hospital de La Salpêtrière. Las experiencias de Charcot con las mujeres histéricas allí ingresadas —a las que hipnotizaba y provocaba parálisis y crisis epileptoides en sus lecciones clínicas— lo dejaron fascinado. Después de París, se dirigió a Berlín, donde siguió la enseñanza del pediatra Adolf Baginsky.

De retorno a Viena, inició el ejercicio de la práctica privada abriendo un consultorio. Tres tardes por semana trabajaba también como neurólogo infantil en el Instituto Público de Pediatría, dirigido por el profesor Max Kassowitz.

En septiembre de 1886 se casó con su prometida Martha y el 15 de octubre dictó una conferencia sobre la histeria masculina en el colegio de médicos de Viena donde tuvo una acogida glacial y un rechazo generalizado por mantener que la histeria no era una enfermedad exclusiva de las mujeres sino que había hombres que también la padecían, cosa que le había enseñado su maestro J. M. Charcot.

En 1887 conoce a Wilhelm Fliess, un brillante otorrinolaringólogo berlinés que realizaba amplias investigaciones sobre la fisiología de la nariz y sobre la bisexualidad. Fue el comienzo de una larga amistad y una excepcional correspondencia íntima y científica (las cartas están publicadas).

En septiembre de 1891 se instaló (domicilio y consultorio) en el nº 19 de la calle Bergasse, lugar donde permanecería durante 47 años —hasta su exilio en 1938— rodeado de sus seis hijos (3 varones y 3 mujeres), de su esposa y de la hermana de ésta. En su práctica se ocupaba esencialmente de mujeres de la burguesía vienesa calificadas de «enfermas nerviosas» y afectadas de trastornos histéricos. Dejando de lado el nihilismo terapéutico, tan corriente en el ambiente vienés de la época, trataba ante todo de atender y curar a sus pacientes, aliviarlas de sus sufrimientos. Durante dos años utilizó los métodos terapéuticos aceptados en la época: masajes, hidroterapia y electroterapia. Pero los abandonó al constatar que esos tratamientos no tenían casi ningún efecto terapéutico. En ese mismo año, realizó un trabajo neurológico muy importante, publicando una monografía sobre "La Afasia", donde sobrepasaba, de largo, los descubrimientos realizados por Paul Broca y Carl Wernicke, dividiendo las afasias en tres grupos y proponiendo una visión funcional y no sólo neurofisiológica localizada (como habían hecho los dos anteriores) del "aparato del lenguaje". Dicha monografía fue ningunaneada, cuando no ignorada, por las doctas mentes neurológicas de entonces, con una sola excepción: el afamado neurólogo Hughlings Jackson la encomió y no tuvo sino alabanzas hacia ella. Esta clasificación dinámica que propuso Freud fue la precursora de la ya muy reconocida clasificación de Henry Head.

Comenzó entonces a emplear la hipnosis inspirándose en los métodos de sugestión de Hippolyte Bernheim, a quien visitó con ocasión del Primer Congreso Internacional de Hipnotismo, que se realizó en París en 1889.

Trabajando junto a Josef Breuer, creó con él el «método catártico», un procedimiento terapéutico que consistía en eliminar los síntomas histéricos haciendo revivir a los enfermos, en estado hipnótico, los acontecimientos traumáticos acontecidos en su pasado. El caso Anna O., publicado por Breuer, era el prototipo de cura catártica: bajo estado hipnótico se intentaba llegar a las representaciones psíquicas reprimidas y olvidadas por la enferma (consideradas patógenas) buscando su rememoración.

Como comprobó que la mayoría de las veces los síntomas desaparecían tras despertar del trance hipnótico pero volvían a aparecer pasado un tiempo después, creó el método de la asociación libre, el método psicoanalítico, donde ya no hipnotizaba al enfermo sino que lo invitaba a tumbarse en el diván (que por entonces se empleaba para hipnotizar) y le pedía que dijera todo aquello que le viniese a la mente sin someterlo a ningún tipo de censura. En 1896 creó el término «psico-análisis».

En el marco de su amistad con Fliess inició lo que se conoce como su «autoanálisis», comenzado en octubre de 1895, tras la muerte de su padre, y finalizado en noviembre de 1899 con la publicación de su conocido libro La interpretación de los sueños. Los resultados que obtenía en esa investigación de uno mismo por sí mismo se los comunicaba a su amigo Fliess de modo puntual por correo postal (uno vivía en Viena y el otro en Berlín). No era, pues, un autoanálisis sino un análisis para contárselo a otro (Fliess). Nada menos que le envió 301 cartas con la descripción de los hallazgos que iba obteniendo en la investigación de sus propios síntomas, de sus sueños, de sus lapsus, de sus olvidos, de sus actos fallidos. Podríamos decir que Wilhem Fliess fue el primer psicoanalista de la historia, pero sin saberlo.

El 21 de septiembre de 1897 abandona, gracias a este autoanálisis, su teoría inicial de la etiología de la neurosis histérica que propugnaba que ésta era producida por un episodio real de seducción en la infancia por parte de un adulto (generalmente, el padre o alguien de la propia familia en el que se subrogaba la figura paterna). A partir de entonces, comienza a elaborar su teoría del fantasma: la realidad psíquica no se corresponde con la realidad real.

Entre 1901 y 1905, Freud publicó tres obras cruciales: Psicopatología de la vida cotidiana, El chiste y su relación con lo inconsciente y Tres ensayos para una teoría sexual. También su primer gran caso clínico: Análisis fragmentario de una histeria (caso Dora).

En 1902, con otros cuatro médicos vieneses —Wilhem Stekel, Rudolf Reitler, Alfred Adler y Max Kahane— fundó la «Sociedad Psicológica de los Miércoles», que fue el primer círculo en la historia del freudismo. En los años siguientes, numerosas personalidades del mundo vienés se unieron al grupo. En el curso de estas reuniones (que se celebraban en casa de Freud) se elaboró la idea de una posible aplicación del psicoanálisis a todos los ámbitos del saber: el arte y la literatura, la antropología, la historia, etc. El propio Freud defendió la idea de psicoanálisis aplicado, publicando una fantasía literaria: El delirio y los sueños en la “Gradiva” de Jensen.

Después se sumaron al movimiento psicoanalítico los psicoanalistas considerados de la primera generación: Hanns Sachs, Otto Rank, Fritz Wittels, Sandor Ferenczi, Karl Abraham, Ernest Jones y Max Eitingon. Durante el primer cuarto de siglo la doctrina freudiana se implantó en varios países: Gran Bretaña, Hungría, Alemania y la Costa Este de los Estados Unidos. En Suiza se produjo un hecho principal en la historia del movimiento psicoanalítico: Eugen Bleuler, médico jefe de la Clínica Mental de Zúrich, comenzó a aplicar el método psicoanalítico al tratamiento de la psicosis mientras elaboraba la noción, que posteriormente ha pasado a la posteridad, de esquizofrenia. En marzo de 1907, Carl Gustav Jung, alumno y asistente de Bleuler, viajó a Viena para encontrarse con Freud. Después de una entrevista de varias horas, Jung se quedó entusiasmado con las teorías freudianas y fue su primer discípulo no judío.

En 1908 se celebró en Salzburgo el Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis. En 1909 Freud viajó con Jung y Ferenczi a los Estados Unidos para dar cinco conferencias en la Universidad de Worcester (Massachusetts) que fueron publicadas con el título de Cinco conferencias de introducción al psicoanálisis. Al año siguiente se creó la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA) cuyo primer presidente fue Carl Jung. A partir de entonces, con la expansión del movimiento, se produjeron disidencias en las que estaba en juego tanto disputas personales como cuestiones teóricas y clínicas. A las rivalidades narcisistas se unían las cuestiones como la duración de las curas, el asunto de la transferencia, el lugar de la sexualidad y la definición del inconsciente. En 1911 Akfred Adler y  Wilheim Stekel se separaron del grupo freudiano. Dos años más tarde Freud y Jung interrumpieron toda relación entre ellos. Durante estos años publica nuevos casos clínicos: «Análisis de la fobia de un niño de cinco años (caso Juanito)», «Análisis de un caso de neurosis obsesiva (el hombre de las ratas)» y «Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides) autobiográficamente descrito (caso Schreber)».

En 1913 publica cuatro ensayos recopilados bajo el título de «Tótem y tabú. Algunos aspectos comunes entre la vida mental del hombre primitivo y los neuróticos» y un año después «Introducción al narcisismo» y el último de sus cinco grandes casos clínicos: «Historia de una neurosis infantil (caso del hombre de los lobos)».

En 1914 se inicia la Primera Guerra Mundial. Aunque no es llamado a filas (tiene en estos momentos 58 años), sí son trasladados al frente sus dos hijos mayores. Es una época de privaciones, de miseria económica y de angustia por la suerte de sus hijos. Escribe «Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte» y «Duelo y melancolía». Al final del conflicto bélico, con la aparición del trastorno mental conocido como ‘neurosis de guerra’, se reinició la discusión sobre el carácter traumático de las afecciones psíquicas. Freud se vio entonces enfrentado a un viejo rival: el psiquiatra neurobiologicista Julius Wagner-Jauregg (que terminó siendo premiado, en 1927, con el Nobel de Medicina por su descubrimiento del método malarioterápico en el tratamiento de la sífilis nerviosa) que estaba acusado de haber sometido a inútiles y dolorosos tratamientos eléctricos a los soldados que padecían este trastorno y que habían sido acusados —y en ocasiones procesados— de simular sus síntomas para no ir al frente de batalla. En este debate, Freud intervino de manera magistral para demostrar la superioridad del psicoanálisis sobre otros tratamientos que se venían realizando para curar esta neurosis.

Con el derrumbamiento del Imperio Austro-Húngaro, Berlín se convirtió en la capital del freudismo mientras que a Viena afluían sobre todo norteamericanos que deseaban tratarse y formarse con Freud. En la década de 1920, publicó tres obras fundamentales, a través de las cuales definió su segunda tópica (el aparato psíquico está formado por el Yo, el Superyó y el Ello) y reestructuró totalmente su teoría del inconsciente y del dualismo pulsional: Más allá del principio del placer (1920), Psicología de las masas y análisis del Yo (1921) y El yo y el ello (1923). Para postular la existencia de la pulsión de muerte —que no fue aceptada por gran parte de sus discípulos—, Freud revalorizó dos grandes figuras de la mitología griega: Eros y Tánatos.

En febrero de 1923 Freud descubrió que tenía una lesión leucoplásica en el lado derecho del paladar (era un gran fumador de cigarros) que le fue extirpada de inmediato. Su médico de cabecera (Félix Deutsch) le ocultó su naturaleza maligna y cuando Freud se enteró, se enfadó mucho y rompió la relación con él. Seis meses después el cirujano vienés Hans Pichler le realizó una intervención quirúrgica radical: la resección parcial de los maxilares y de la parte derecha del paladar. A partir de entonces comenzaría a llevar una prótesis, a la que llamaba «el monstruo» que le limitaba el hablar, el comer y el beber (aún así, seguía fumando). Escoge a Max Schur como médico de cabecera y hace un pacto con él: cuando los dolores y el proceso canceroso sean ya insoportables, su médico le promete ayudarle a morir. Hasta su muerte, Freud debió soportar aún 31 intervenciones quirúrgicas más para el tratamiento del cáncer de paladar que le había invadido el rostro.

Pero la enfermedad y las molestias y dolores que ésta le ocasionaba no le impidió —tenía una voluntad de hierro— seguir pasando consulta y sobre todo, escribiendo. Sí que comenzó a mantenerse cada vez más alejado de los asuntos del movimiento psicoanalítico en el cual se enfrentaban, a partir de 1924, dos escuelas en el seno de la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA): la escuela vienesa (dirigida por su hija pequeña, Anna Freud, que fue la única de todos sus hijos que se dedicó al psicoanálisis) y la escuela inglesa (dirigida por Melanie Klein). Esta controversia, que giró, sobre todo, acerca del psicoanálisis aplicado a los niños y enfoques contrapuestos sobre la sexualidad femenina, da buena cuenta del papel cada vez más importante que fueron teniendo las mujeres en el movimiento psicoanalítico.

En 1926, al año siguiente del proceso judicial, por intrusismo, que se llevó a cabo contra el psicoanalista Theodor Reik —que era licenciado en Filosofía y Letras y un gran erudito en literatura y en antropología, pero que carecía de la titulación médica—, Freud escribió "¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?", texto donde asume la defensa de los no médicos, subrayando el carácter lego de la práctica analítica. El asunto tomó pronto una amplitud considerable en el interior de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, al punto de dividir a la comunidad freudiana: de un lado estaban los partidarios del psicoanálisis llamado médico (en general, norteamericanos) y del otro sus adversarios (los europeos, apoyados por la princesa Marie Bonaparte).

Al año siguiente mantuvo una polémica con su amigo y psicoanalista Oscar Pfister (que era pastor protestante en Zúrich), al publicar El porvenir de una ilusión, obra en la que comparaba la religión con una neurosis. En 1930 publicó El malestar en la cultura, donde examinaba la capacidad de las sociedades democráticas modernas para dominar las pulsiones de los seres humanos. El 28 agosto (la fecha de nacimiento del escritor) de este mismo año (1930) le fue concedido el Premio Goethe de las Letras Alemanas. Por motivos de salud no acudió y recpgió el galardón su hija Anna en la casa natal de J.W. Goethe, situada en Fráncfort del Meno. Dos años después, en un intercambio epistolar con Albert Einstein, subrayó que el desarrollo de la civilización y la cultura es el modo más eficaz de trabajar en contra de la guerra. En 1932 publica Nuevas lecciones de introducción al psicoanálisis.

NUEVA ANOTACIÓN 

Sigmund Freud fue candidato al Premio Nobel de Medicina y de Literatura una docena de veces. La primera vez (en 1915) fue presentado por el neurólogo norteamericano William Alanson White, al Premio Nobel de Medicina. En 1928 otra vez, pero su supuesto "amigo" Albert Einstein (ten amigos para esto) se negó a apoyarla aduciendo que era incapaz de formarse una opinión de fondo acerca de  las teorías freudianas y emitir un juicio autorizado. En 1937, dos años antes de su fallecimiento, catorce científicos, algunos ya galardonados con ese premio, lo avalaron comparándolo con Copérnico y Darwin. Fue en vano.

En cuanto al Nobel de Literatura, la Princesa Marie Bonaparte (biznieta de un hermano de Napoleón y a la sazón Princesa por su matrimonio con el rey Jorge I de Grecia), psicoanalista, amiga íntima de Freud y una persona entonces muy influyente movilizó respaldos en varias ocasiones sin obtener ningún éxitp. En 1936, tres años antes de su muerte, lo solicitó el escritor Romain Rolland, quien había obtenido ese premio en 1916. Pero al "Secretario Perpetuo" de la Academia sueca no le salió de las narices (eufemismo) aduciendo que no merecía "los laureles del poeta", aunque como científico que era "hizo mucha poesía".

En marzo de 1938 las tropas alemanas invaden y se anexionan Austria. Se prohíbe el ejercicio del psicoanálisis y se persigue a quienes lo practican. Se queman públicamente las obras de Freud, quien es considerado por el nuevo régimen nazi como un judío degenerado. Muchos psicoanalistas ya habían emigrado (sobre todo a los Estados Unidos) en los años anteriores. Aunque Freud no quiere abandonar Viena y partir para el exilio ya que se encuentra muy debilitado por el avance del cáncer y de la ancianidad, el miedo a que los nazis hicieran algo a su familia le obliga a dar el paso: su consultorio y su domicilio son asaltados por miembros de las SS y su hija Anna (que era quien se ocupaba de él) es detenida y trasladada a comisaría, de la cual saldría al día siguiente. Gracias a la intervención del diplomático norteamericano William Bullitt —que era simpatizante de Freud y del psicoanálisis— y de un rescate (4.500 dólares) pagado por Marie Bonaparte y su esposo el rey Jorge I de Grecia, Freud pudo abandonar Viena con su familia (incluyendo varios enseres, entre ellos su famoso diván y algunas de las antiguedades que coleccionaba, a la criada, Paula Fichtl, y a sus dos perros chows). En el momento de partir lo obligaron a firmar una declaración en la que afirmaba que ni él ni sus allegados habían sido importunados por los funcionarios del Partido Nacionalsocialista. Abandona su a la vez querida y odiada Viena y parte hacia el exilio el día 3 de junio de 1938.

Tras una brevísima estancia en París, se instaló en Londres en una bella una casa situada en el nº 20 de la calle Maresfield Gardens que previamente había reformado su hijo Ernst Freud (que era arquitecto y que se había exiliado a Londres años antes, que por cierto era el padre del afamado y cotizado pintor Lucian Freud) para que se pareciese lo más posible a su departamento vienés y que sería (tras la muerte de su hija Ana en 1982) el futuro Freud Museum. Allí redactó la postrera parte y publicó la que sería su última gran obra: Moisés y la religión monoteísta: tres ensayos.

A principios del mes de septiembre de 1939 todavía escribía todos los días e inició la lectura de La piel de Zapa, de Honorato de Balzac. «Es precisamente lo que necesito —dijo—; este libro habla de encogimiento y muerte por inanición». El 21 de septiembre tomó la mano de Max Schur (su médico personal en Viena, que también había logrado exiliarse) y le recordó lo que habían convenido dieciséis años antes: «Usted me prometió entonces que no me abandonaría cuando llegara el momento. Ahora, esto es sólo una tortura, y ya no tiene sentido». Después añadió: «Háblele de esto a Anna y si ella piensa que es justo, terminemos». Consultada su hija, ésta quiso posponer el instante fatal, pero Schur insistió en que no merecía una agonía tan dolorosa —en aquellos últimos días el hedor que desprendía su proceso canceroso era tan nauseabundo que ni sus perros chows (‘Lin-Yug’ y ‘Jo-Fi’), que tanto le querían, se acercaban a él—. Finalmente, Anna aceptó la decisión que habían tomado su padre y el médico de éste. A continuación le aplicó tres inyecciones espaciadas de tres centigramos de cloruro mórfico. Como estaba muy debilitado, con la primera inyección, a pesar de ser una dosis pequeña, entró en coma. Tras estar dos días en ese estado, se extinguió apaciblemente a las tres de la madrugada del 23 de septiembre de 1939. Nunca supo la suerte reservada por los nazis a cuatro de sus ancianas hermanas, todas octogenarias, las cuales fueron exterminadas después en los campos de concentración habilitados para ello.

Las cenizas de Freud reposan, junto con las su esposa, Martha Bernays (que fallecería doce años después, en 1951), en una urna funeraria muy especial: un vaso griego de su propia colección que se encuentra en el crematorio de Golder’s Green de Londres.

JACQUES LACAN

-Nació en París el 13 de abril de 1901 en el seno de una familia de la burguesía media católica que se dedicaba al comercio del vinagre, la cual estaba dirigida por su abuelo, Émile Lacan.

Estudió en el colegio Stanislas, un prestigioso colegio católico. Alumno sobresaliente, destacó sobre todo en teología y latín. En su adolescencia se apasionó por la filosofía y adornó las paredes de su cuarto con el esquema de la estructura trazada por Spinoza para su Ética. Este texto siempre fue uno de sus favoritos; más tarde lo citó (la proposición 57 del libro III) al comienzo de la tesis que realizó para obtener el Doctorado en Medicina. También leía a Nietzsche con pasión. Finalmente se interesó por la vanguardia literaria frecuentando la librería de Adrienne Monnier, en la margen izquierda del Sena. donde conoció (cuando tenía 17 años) a James Joyce. También a André Gide y a Paul Clodel. Su padre (Alfred Lacan) deseaba que él (que era el mayor de sus tres hijos) lo sucediera en los negocios y le diera un impulso decisivo al comercio de vinagre y de la mostaza. No comprendía ni aprobaba la evolución que llevaba en la vida su hijo.

Inició sus estudios de Medicina en 1920, que finalizó en 1926. Ese mismo año ingresó como interno —para especializarse en Psiquiatría— en la clínica de enfermedades mentales del Hospital Sainte-Anne de París, cuyo «patrón» y director, el psiquiatra Henri Claude, era uno de los representantes de la tradición psiquiátrica francesa, siempre opuesta a la tradición alemana. Se hizo protector oficial del freudismo y puso al psicoanalista René Laforgue al frente de un consultorio de psicoanálisis en su Servicio. Durante el internado de psiquiatría, Lacan tuvo como compañero (y luego amigo) a Henri Ey, quien llegaría a ser el más eminente psiquiatra de la época y que aplicó un nuevo enfoque de las enfermedades mentales inspirado en los trabajos de Freud y de E. Bleuler con la elaboración del concepto de ‘organodinamismo’. A partir de 1928 también acude al Asilo Especial para Alienados de la Prefectura de Policía de París, para seguir las enseñanzas de Gaëtan Gatian de Clérambault (otro gran psiquiatra francés, inventor del concepto de «automatismo mental») del que más tarde dijo que había sido su único verdadero maestro en Psiquiatría.

En junio de 1932 comenzó un psicoanálisis con Rudolph Loewenstein, que duraría hasta diciembre de 1938. A finales del mismo año publicó su Tesis Doctoral en Psiquiatría: De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad (caso Aimée), que llamó la atención de los surrealistas. La tesis consistía en un detallado análisis de la historia de una mujer que había querido acuchillar a una conocida actriz parisina, Huguette Duflos, caso que tuvo una gran resonancia en la prensa de la época. En esta tesis introdujo un nuevo concepto, el de la «paranoia de autopunición», según el cual al atacar a la actriz, Aimée, se estaba atacando a sí misma porque ella representaba su imagen ideal —era una mujer libre y de gran prestigio social, exactamente lo que Aimée aspiraba a ser—. Sin embargo, en el delirio paranoico de Marguerite Anzieu (ése era su nombre verdadero) dicha actriz era odiada hasta el punto de tener la certeza absoluta de que ella era la principal responsable de un complot destinado a arrebatarle a su pequeño hijo. Esta tesis (que incluía textos y poesías de Aimée) llamó la atención de los surrealistas y tanto Salvador Dalí como Paul Eluard la elogiaron.

Al año siguiente (en 1933) Lacan publicó en el primer número de la revista surrealista Le Minotaure un artículo titulado «El problema del estilo y la concepción psiquiátrica de las formas paranoicas de la experiencia». Y en los números 3 y 4, un ensayo titulado «Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin». Este ensayo versaba sobre el crimen que cometieron en Le Mans, a comienzos de 1933, dos criadas (las hermanas Christine y Léa Papin) originarias del campesinado pobre y educadas en un orfanato que asesinaron de un modo especialmente salvaje y cruento a sus patronas. Sobre este crimen posteriormente Jean Genet escribió una obra de teatro: Les Bonnes y Claude Chabrol una película: La Ceremonia.

En 1934 se casó con Marie-Louise Blondin, la hermana de su íntimo amigo Sylvain. En el viaje de bodas a Italia descubrió con arrobamiento la ciudad de Roma (lo mismo que le había pasado a Freud). Pasaba horas contemplando los éxtasis de Bernini y la arquitectura de las iglesias y los monumentos. Fruto de este matrimonio nacieron tres hijos: Caroline, Thibaut y Sybile.

En 1936 se inició en la filosofía hegeliana en el seminario que Alexandre Koyré dedicó a Hegel y su obra La fenomenología del espíritu. Allí conoció a Bataille, a Raymond Aron, a Klossowski y a Raymon Queneau. También frecuentó la revista Búsquedas filosóficas y participó en las reuniones del Colegio de Sociología. De esos años de riqueza cultural y teórica extrajo la certidumbre de que la obra de Freud tenía que ser releída «a la letra» y a la luz de la tradición filosófica alemana.

Ese mismo año participó, en Marienbad (Checoslovaquia), en el 14 Congreso de la Asociación Internacional de Psicoanálisis, donde presentó un trabajo sobre "el estadio del espejo como formador del yo (je) tal como nos lo indica la experiencia psicoanalítica". A los diez minutos de exposición, Ernest Jones (el biógrafo oficial de Freud, que entonces ostentaba la presidencia de la IPA) le cortó la palabra. Desde entonces, Lacan le tuvo un odio cerval.

En 1937 se enamoró perdidamente de la actriz Sylvia Maklés, la cual estaba separada del escritor Georges Bataille desde hacía tres años, pero oficialmente seguía siendo su esposa. Ésta había participado recientemente como actriz principal en la película de Jean Renoir Une partie de campagne. Era madre de una niña, Laurence Bataille, que llegaría a ser una notable psicoanalista.

En 1938 publicó en la Enciclopedia Francesa Los complejos familiares en la formación del individuo, donde, tras constatar que el psicoanálisis había nacido de la declinación de la imago paterna, hace un llamamiento para revalorizar la función simbólica paterna en un mundo amenazado por el fascismo.

Durante la Ocupación alemana, Sylvia se refugió en la zona libre al sur de Francia. Cada quince días Lacan iba a visitarla. En 1941 tuvieron una hija (Judith) y el divorcio disolvió su matrimonio con Marie-Louise Blondin. Durante todo este tiempo, Lacan suspendió toda actividad pública, recibiendo en su casa (en el nº 5 de la rue de Lille) sólo a su clientela privada. Sin estar militando en la Resistencia, puso sin embargo claramente de manifiesto su hostilidad a todas las formas de antisemitismo y le horrorizaba el régimen de Vichy y todo lo relacionado, de cerca o de lejos, con la colaboración con los nazis.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, en 1945, se trasladó a Inglaterra, con fines de estudio, durante cinco semanas. Describió ese viaje en el artículo «La psiquiatría inglesa y la guerra» en el que manifestó su particular admiración por el desempeño de los psiquiatras ingleses en el conflicto pues trataron de aplicar las ideas psicoanalíticas a la rehabilitación de los inadaptados a la vida militar (las ya mencionadas "neurosis de guerra").

A partir de 1951 comienza a dictar un seminario semanal que se prolongaría hasta su fallecimiento, es decir durante treinta años. Su lema era volver a los textos que escribió Freud y releerlos a la luz de la filosofía heideggeriana, de la lingüística saussureana y los trabajos antropológicos de Lévi-Strauss.

En 1953 se produjo una escisión en el seno de la Sociedad Psicoanalítica de París, a la que pertenecía Lacan, en torno a la creación de un Instituto de Psicoanálisis. Los representantes de la profesión médica se opusieron a los universitarios liberales que eran partidarios de análisis profano. Tomaron partido por éstos últimos Lacan, Daniel Lagache y Françoise Dolto, junto con otros de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, arrastrando con ellos a la mayoría de los alumnos. En el primer congreso de esta nueva sociedad, celebrado en Roma, Lacan presentó un trabajo notable: «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis» —después conocido como «Discurso de Roma»— en el cual expuso los principales elementos de su sistema de pensamiento, derivado de la lingüística estructural y de influencias diversas, filosóficas y científicas. Allí elaboró varios conceptos (sujeto, imaginario, simbólico, real, significante) que luego desarrollaría en el transcurso de los años siguientes. Durante diez años en torno a esta Sociedad se produjo una formidable expansión del freudismo en Francia: implantación universitaria, traducción de los textos de la escuela inglesa y norteamericana, creación de revistas de psicoanálisis, y diálogos con otras disciplinas. Durante esos diez años formaron a los mejores alumnos de esa generación de psicoanalistas (la tercera generación en Francia, la cuarta en el plano mundial).

En 1964, Lacan es expulsado de la IPA por su práctica de realizar sesiones de duración variable (o cortas) que cuestionaban el ritual de la duración obligatoria impuestos por las reglas la de Asociación. Tras su expulsión, Lacan fundó por su cuenta y riesgo la Escuela freudiana de París (EFP). Al ser expulsado le impidieron seguir dando su Seminario en el anfiteatro del hospital Sainte-Anne y gracias a la intervención de un amigo —el filósofo Louis Althusser— fue acogido en una sala de la Escuela Normal Superior (establecimiento educativo de la élite parisina que había originado una generación tras otra de intelectuales franceses), donde pudo continuar su enseñanza y conquistar un nuevo auditorio, el de una parte de la juventud filosófica a la cual Althusser confió la misión de trabajar sus textos. Al primer Seminario que dio en este nuevo espacio lo tituló: «Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis». Entre estos nuevos alumnos destacó el recién licenciado en filosofía Jacques Alain Miller, que en 1966 se casó con su hija, Judith Lacan.

En diciembre de 1966 publicó sus Escritos y recibió entonces la consagración esperada y merecida: en 15 días se vendieron cinco mil ejemplares, antes de que aparecieran las reseñas bibliográficas en la prensa. Se iban a vender más de cincuenta mil ejemplares de la edición normal, y la venta como libro de bolsillo batiría todas las marcas para un conjunto de textos tan difíciles: más de ciento veinte mil ejemplares. En adelante Lacan fue reconocido, celebrado, odiado o admirado como pensador de envergadura y no sólo como un maestro del psicoanálisis.

En 1967 introdujo en la Escuela el procedimiento del ‘pase’ para verificar que un análisis había terminado y donde podía estudiarse el deseo del futuro analista, mostrando de este modo que la experiencia psicoanalítica se extendía más allá de los límites tradicionales.

La popularidad de Lacan entre el estudiantado y su cuestionamiento de las formas de poder establecidas llevaron a que, en 1969, el director de la Escuela Normal Superior le quitara el aula donde impartía su seminario regular. Esto provocó protestas y la ocupación del despacho del director por varios de los asistentes habituales. El seminario prosiguió en la Facultad de Derecho, en el lugar del Panteón.

En 1974 asumió la dirección, en la Universidad de París-VIII, en el departamento de psicoanálisis, fundado por Serge Leclaire en 1969, de una cátedra del Campo Freudiano que luego confió a Jacques–Alain Miller.

El 5 de enero de 1980, Lacan disuelve la Escuela Freudiana de París, la escuela de psicoanálisis que él había fundado dieciséis años antes. Ese mismo año fundará la Escuela de la Causa Freudiana (el 23 de octubre).

Lacan falleció el 9 de septiembre de 1981, a las 11:45, en la "Clínica Hartmann" de Neuilly tras haber sido operado de un cáncer de colon, (que él mismo, como médico que era, se autodiagnosticó en un primer momento). Para la extirpación de la neoplasia maligna existían dos posiblidades: o bien practicarle una colostomía y, un tiempo después, volver a realizar otra intervención quirúrgica o hacer un empalme del colon en una única intervención con una técnica, por aquel entonces novedosa, de sutura mecánica (grapas). En el postoperatorio se encontró bien pero, unos días más tarde, la sutura mecánica se rompió, produciéndole una peritonitis aguda y una septicemia generalizada. Se le administró sedación profunda para que no sufriese más.

Sus restos mortales descansan en una tumba del cementerio de Guitrancourt, donde poseía una casa a la que iba a descansar de la vida tan ajetreada que llevaba, a estudiar, a escribir y a recibir a sus amistades.

***Texto de la clase impartida en la Universidad de León (ULE) el 29 de octubre de 2009 como inauguración del Curso de Extensión Universitaria: FUNDAMENTOS DEL PSICOANÁLISIS (DE FREUD A LACAN), organizado por el Vicerrectorado de Relaciones Internacionales de la Universidad de León, con una duración de 30 horas y 3 créditos de libre configuración.